Por Faustino de la Rosa
I
Compartiendo la
Responsabilidad
Cuando alguien nos reclama o nos agrede verbalmente por un acto o trabajo que supuestamente debimos realizar, sea cierto o no, lo más apropiado en casos como este es detener la agresión compartiendo nuestra culpa con él; de esta manera podemos deferir la responsabilidad logrando así bajar la violencia de la que somos objeto. Por ejemplo imagine que usted es vendedor en una tienda de electrodomésticos y le han ordenado traer un televisor que un cliente acaba de comprar; minutos después el cliente regresa por el control remoto. El primer acto de su jefe es, naturalmente hacerlo a usted responsable por el olvido del control, a seguida empezará a ofenderlo y a criticarle abiertamente. ¿Qué debemos hacer en estos casos? Mi recomendación es; hagámoslo culpable, reclame, exijámosle, preguntémosle porque siendo él nuestro jefe, nuestro superior inmediato permitió que se entregara ese artículo de forma incompleto. A continuación debemos solicitarle que por favor no nos permita cometer estos errores en el futuro. Proceda de esta manera y descubrirá como su jefe baja la guardia.
II
Colaboración
El segundo principio es semejante al primero y al igual que este se utiliza
cuando somos objeto de una agresión física o verbal. En este caso
buscamos bloquear la fuente de la agresión con la formulación
de una pregunta sorpresa, una pregunta que lo desarmara psicológicamente, una
expresión que dejará en claro nuestra buena voluntad y nuestra disposición de
ayudarle; algo que naturalmente nunca esperara y la pregunta es «¿Existe
alguna forma en la que te pueda ayudar?» esta es una
pregunta que por lo general desarma al ofensor, con esta buscamos reconocer
que el mundo en el que vivimos es un caos y que todos estamos
de alguna manera agobiados por los problemas de diario vivir, es una
estrategia efectiva ya que mostramos empatía, interés por sus problemas
sean estos cualesquiera. Y volveos a preguntar «¿En que te puedo
ayudar?» yo le aseguro que si procede siguiendo estos principios su
agresor bajará la guardia y usted podrá hablar tranquilamente con él.
III
Cinco Minutos
El tercer principio puede utilizarse en un primer intento para manejar la
embestida, digamos que es la forma rápida de resorber el problema y puede
utilizarse después de haber agotado el primero y segundo principio. El tercer
principio es una petición o solicitud y es la siguiente “Dame cinco
minutos para poder entender lo que está pasando” o “Tú eres
una persona muy importante y mereces que yo piense un poco en
lo que estás diciendo; así es que por favor concede cinco minutos, sólo cinco
minutos y luego hablamos” la magia de esta petición
es que le permite al cerebro del agresor tomar conciencia de su aptitud y le
ayudará a comprender, a enfriarse y a realizar los ajustes necesario que
le permitirán bajar la tensión.
Faustino de la Rosa
Faustinodelarosa@yahoo.es
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